miércoles, 3 de octubre de 2007

POR UNA RECONSIDERACIÓN INTERPRETATIVA A LA OBRA DE MÁXIMO GORKI

Por: Miguel Guirado Vásquez.


INTRODUCCIÓN

Una atenta lectura a la obra de Máximo Gorki, arrojará necesariamente una nueva visión de ella y de su autor, a la luz de los acontecimientos escenificados en el mundo y a raíz y como consecuencia de las tesis que ellas plantean. Como se sabe, la obra de este conocido y genial autor ruso, fue una obra comprometida con el socialismo para la época emergente. La mayoría de la obra de este autor, especialmente sus novelas y relatos, pueden caracterizarse como “de tesis”, es decir que dividen el mundo de manera dicotómica, entre buenos y malos. Es el pecado de la obra de “compromiso”: El manifiesto maniqueísmo que ellas expresan; es la toma de posición militante en torno a cuestiones del orden social, lo que de manera evidente y obvia lleva a su autor a ver al mundo por el vano de una sola puerta y a dirigir su intelecto en una sola dirección, lo que por así decirlo acomoda a la obra a un quehacer (generalmente político). El creador es cegado. Se convierte en un negador impenitente de cualquier valor en otras ideas o concepciones que no sean las que él ha asumido, y a las que naturalmente, y casi en todos los casos valora como dogmas irrebatibles.

Para quien conozca la historia de Rusia, y especialmente para quien haya estado en contacto con la obra de aquel país y especialmente con la obra gorkiana; habrá de estar de acuerdo con nosotros de que este (Gorki), presenta características muy sui generis, a pesar del alto contenido ideológico de su obra, y de su compromiso con el pensamiento socialista. En la presente relectura hemos utilizado dos textos del autor de marras: “La Madre”, una de sus obras más conocidas y sobre todo una de las más comprometidas, tanto por su tema como por la tesis que sostiene; y además por que fue utilizada como cabeza de ariete en la construcción de la llamada sociedad socialista; y por otra parte “Los Vagabundos”, descripción donde el autor narra en primera persona los avatares y las peripecias de los indigentes rusos del siglo XIX, es a la vez una pintura realista de la vida de aquellos desgraciados seres, pero es además una protesta a las extremas condiciones de pobreza en que estaban sumidas las clases desposeídas. Revela, las contradicciones de la sociedad rusa de la época: Por un lado semifeudal y atrasada; y por el otro, el inicio del desarrollo industrial. El hacinamiento que produce la concentración de la pobreza alrededor de la fábrica. La venta de ilusiones del “mercado”, y la férula implacable de su “brazo oculto”.

No obstante a todo lo aseverado anteriormente, se hace necesaria una readecuación interpretativa de la obra de Gorki; si se quiere una “exégesis”, una especie de elucidación, somera aunque no superficial, elucubrar rascando en sus resquicios las antitesis que bordean sus linderos, las contradicciones que consciente o inconscientemente la adornan. La hesitación a veces se apodera de su obra. La duda aparece como víbora mordiente y amenazante en la cabeza de Medusa. Jano asoma por trancos una u otra cara, y todo ello anuncia premonitoriamente y de forma anticipada lo que ha ocurrido con el llamado “socialismo real”, ¿entonces?, nos preguntamos ¿Por qué, en aquel momento de aquellas dudas, de aquellas premoniciones en la obra, las cuales presagiaban su desenlace final? Profecía; intuición o desconfianza en la obra social que se iniciaba con los anuncios de una rimbombante revolución, capaz de realizar las transformaciones sociales que demanda la humanidad.

Cuando en nuestras mocedades, leíamos la madre. Nos bebíamos toda la “justeza de la lucha socialista”,


“LA MADRE”

Es esta la obra más celebrada y la más conocida de aquel autor extraordinario y genial. El cual como todo escritor, toma de su entorno los materiales primigenios con que el genio del artista plasma su obra. Transformando por así decirlo, la cotidianidad y la medianía de existencias grises, a luz de ideales sublimes. La obra es de un realismo conmovedor. Las descripciones, en sus breves raptos son terriblemente detallistas y exactas. No dejan lugar para la imaginación del lector, aún para aquel avisado.

La mano del genio todo los transforma. Y en las manos de Gorki, la cruda realidad de la vida fabril y la del barrio obrero relucen como una joya burilada por la mano experimentada y privilegiada de aquel maestro de la taumaturgia, nos recuerda a Fidias golpeando al frío mármol para levantar los testimonios más elocuentes del genio del hombre; de la espiritualidad, triunfando sobre la informe roca, insuflándole vida y transfiriendo a una vulgar masa de materia la gloria excelsa de la eternidad. En ella encontramos la fe que conmueve las montañas. Hallamos a Moisés, ante su pueblo sediento en las ardientes arenas del desierto, tocando con su cayado milagroso la roca reseca, para hacer brotar de ella manantiales de aguas cristalinas. Todo el poder y la energía transformadora se encuentran en esta obra, dotada de vida gracias al genio de su autor.

Como admirador de Tolstoi, en su obra predomina el diálogo sobre la descripción cosa esta que puede apreciarse con una simple ojeada sobre la misma, pero como hemos afirmado con anterioridad, las rachas descriptivas, que si bien escasas, son de un preciosismo manifiesto y a la vez, de una sencillez que asombra y anonada.


LO NARRATIVO Y LO DIALOGADO EN “LA MADRE”

Lo narrativo en la obra, nos sorprendo no sólo por el crudo realismo que asume, sino también por la sencillez con que los temas descritos son narrados. Se establece por así decirlo una vinculación comunicativa entre el narrador y los lectores. Los temas son tratados de manera descarnada. Veamos: “En el arrabal obrero, la sirena de la fábrica lanzaba cada día al aire, saturado de humo y grasa, su vibrante rugido; obedientes a su llamada, unos hombres sombríos, de músculos entumecidos por la falta de sueño, salían de las casuchas grises, corriendo como cucarachas asustadas”. ¿Qué metáforas utiliza? “Cucarachas asustadas”, transfiriendo la simbología: Suciedad, alienación, cosificación, anomia. Una sociedad insolidaria. Un hombre, que como ente social es abandonado a su mísera suerte. La personificación de la fábrica transforma máquinas y herramientas en seres vivos: “el pesado jadeo de las máquinas, el gruñido silbante del vapor”. Vuelven las metafóricas comparaciones: “…las altas chimeneas negruzcas, que se alzaban sobre el arrabal como gruesos mástiles”. El obrero se insume por así decirlo, se asimila a ella. La hace parte y extensión de él. La descripción de la vida de los barrios obreros, de sus calles sucias, de sus casas inexpresivas, las grotescas y depravadas diversiones, toda la vida del obrero fuera de la fábrica y en la fábrica misma. En la primera parte y en el primer capítulo, todo el andamiaje narrativo de la novela queda delineado. Todo queda pintado con palabras, la prosopopeya es completa, la pintura es cabal. Lo mismo ocurre con la pintura de las personas, la etopeya es casi completa: “…la gente seria y casada se ponía la ropa dominguera y se marchaba a misa, regañando a los mozos que encontraba a su paso, por su indiferencia en punto a religión”. La descripción del carácter de uno de los personajes: Mijaíl Vlásov, se refiere a él como: “…hombre sombrío, velludo, de ojuelos recelosos que miraban desconfiados, con malvada ironía, bajo unas pobladas cejas”. ¡Vaya! Que forma de realizar la descripción moral y físico de una persona, para más adelante añadir la de sus cualidades como explotado, su desempeño como obrero: “…el mejor cerrajero de la fábrica, el hércules del arrabal; se mostraba grosero con sus jefes, y por eso ganaba poco, no pasaba domingo sin que no diese una paliza a alguien; nadie le quería, y temíanle todos”. Claro está, a este Mijaíl Vlásov, después de esta exacta como cabal descripción, ya le conocemos, se crea lo que en la novelística actual o lo que es mejor decir en la preceptiva de nuestros días, conocemos con el nombre de personaje redondo. Con los naturales altibajos que ofrece en la realidad el carácter y temperamento humano.

Máximo Gorki, establece en “La Madre”, el dominio casi exclusivo del diálogo sobre la narración. No obstante continúa narrándole la vida al personaje hasta llevarlo a la muerte, con su grotesca cara. Donde se trasluce, aún yaciente en el ataúd, el carácter del difunto; sin dejar la descripción del cortejo fúnebre de los pobres y de los obreros.



LAS PREMONICIONES EN “LA MADRE”


Parece ser que Gorki, intuía con el poder de su clara y profunda inteligencia y conocedor como nadie de la naturaleza humana; lógico es presumir o presuponer que pudo entrever con visión premonitoria lo que pasaría más de setenta años después.

El autor pone en boca de Nikolái, uno de los personajes principales de la obra lo siguiente: “— ¿Y si hoy lucháramos todos juntos, los venciéramos y mañana aparecieran otra vez los ricos y los pobres? Entonces, ¡estábamos aviados! Nosotros entendemos bien que la riqueza es como la arena movediza: no puede permanecer quieta y se desparrama otra vez por todas partes. No, ¡eso no es lo que queremos…!”; que forma más egregia de predecir el futuro. Resurgieron los “ricos”, de forma más ostensible y onerosa, en forma de una feroz maquinaria burocrática, no sólo en Rusia sino también en todos los países de la llamada órbita socialista.

Para nadie es un secreto los problemas, que el espíritu independiente que siempre animó a Máximo Gorki, le agenciaron con la élite gobernante de la Rusia socialista; hasta el extremo de que tanto la muerte de él como la de su hijo, estén envueltas en la túnica oscura de la duda. Y más aún, los obstáculos velados unas veces y otras veces no, en la que este escritor desenvolvió sus acciones dentro del marco del “socialismo real”, lo que es parte consustancial e importante de sus rasgos biográficos.

Siempre hemos afirmado que si uno quiere comprender los procesos históricos, y más aún, interpretar la naturaleza de un pueblo, cualquiera que este sea; tiene que estar abonado con una atenta lectura, no sólo de la historia, sino también de la novelística de aquel conglomerado social. Aparte de lo elocuente que resulta en este sentido la novela “La Madre”, verdadero retrato de la sociedad rusa del siglo XIX, especialmente en lo referente a las relaciones intrasocietales y entre estas las relaciones obrero patronales y las desigualdades que genera el sistema capitalista y el dolor y la explotación que produce la originaria acumulación de capitales.



LOS PERSONAJES EN LA NOVELA “LA MADRE” DE MÁXIMO GORKI

No existe en el ámbito de la crítica literaria una apreciación más exacta para definir lo que se ha dado en llamar: “El punto de vista del personaje”, que la expresión de Henry James cuando dijo: “la conciencia del personaje refleja su vivencia del mundo y del resto de personajes”. La caracterización que logra Gorki en cada uno de sus personajes, añade más realismo a la novela: La sufrida Madre, con su carga de bondad sin límites y su extraordinaria capacidad para sufrir las privaciones más grandes, la taumaturgia de poder trastrocar sus papeles de una esposa resignada a sufrir pacientemente las más onerosas humillaciones y abusos por parte de el señor Vlásov, un desalmado, un bárbaro impregnado de alcohol, al que ni siquiera la certeza de su propia muerte le hace mostrar el menor asomo de arrepentimiento, a una revolucionaria, quien sin comprender siquiera los planteamientos de los militantes del socialismo obrero, se lanza a una edad provecta a los avatares de una incierta lucha política a la que tampoco comprende pero que generosamente intuye, hasta finalizar aplastada por un sistema cuyas injusticias padeció pero que nunca comprendió.

Pável, el hijo, que interior y exteriormente se rebela ante los abusos del padre y una vez muerto este, trata de imitarle pero que pronto cae en la cuenta de que su naturaleza está sintonizada con la causa de la empatía y la solidaridad. Se hace socialista, abraza esta causa y va a parar a la cárcel y luego a la desierta Siberia por los ideales que ha asumido; hecho todo dedicación a su causa, erigido en líder, en bujía inspiradora para sus compañeros de lucha.

Andréi, el “jojol” , y toda su vasta experiencia de lobo estepario, de abandono familiar y de explotaciones sin cuento. La amarga rebeldía de Ribin, mujic ignorante y rústico. Y así Natasha, Egor Inánovich, los gendarmes, los campesinos, el médico; todos y cada uno de los personajes caracterizan y reflejan el mundo y la forma de ser y de existir de los demás personajes, lo que de manera obvia confirma nuestra tesis de la verdad de aquellas mentiras de que nos habla Mario Vargas Llosa, en cada novela reflejando en ella no sólo las vivencias del autor, sino también la realidad social en la que se desenvuelven y en la que el sujeto narrador les hace “existir”, recreando la hesitación existencial del ser humano. En fin todo el trepidar que debajo de la epidermis de un orden milenario, aparentemente firme, pero en realidad presto a resquebrajarse ante el primer empuje para dar paso a otro sistema que aunque en la realidad no menos opresivo, ofrecía la ilusión igualatoria de un paraíso para el hombre en la tierra.

Los personajes de la novela son bien logrados. Una de las formas de describirlos, de pintárnoslos es a través de lo que los demás personajes piensan de otro, como la técnica utilizada para describir a Isái, el listero, aquel que hacía de espía para los amos, quien es alcanzado por la justicia en las manos de uno de los ofendidos, y además nos expresa el valor que dan los amos a la vida de los peones. Toda la sociedad rusa de la época y del momento late en cada uno de los personajes en los papeles que les asigna la existencia.

José Ortega y Gasset, cuando establece el concepto de “novela”, es aleccionador al respecto de la argumentación de una obra cuando expresa: “No, no es el argumento lo que nos complace, no es la curiosidad por saber que va a pasar a Fulano lo que nos deleita […] necesitamos que el autor se detenga y nos haga dar vueltas en torno a los personajes”. Eso hace con singular maestría el autor de “La Madre”, nos pone a girar como una noria, alrededor de los principales personajes de la trama, hasta agotar las posibilidades interpretativas y meternos en el meollo y en el embrollo de sus disquisiciones narrativas. Esos personajes con su ir y venir, nos revelan la riqueza de sus vidas y de aquí que la “complacencia” que arroja la lectura de una novela no esté precisamente implícita en su argumentación sino en los personajes de la misma. El punto de vista orteguiano tiene como colofón fundamental, como eslabón capital una inversión de la forma en que muchas veces y de manera equivocada apreciamos una obre novelesca, cuando dijo: “la acción o trama no es la sustancia de la novela, sino, al contrario, su armazón exterior, su mero soporte mecánico. La esencia de lo novelesco — adviértase que me refiero tan sólo a la novela moderna — no está en lo que pasa, sino precisamente en lo que no es <>, en el puro vivir, en el ser y el estar de los personajes, sobre todo en su conjunto o ambiente”. Parecería que Ortega escribió estas ideas pensando en “La Madre”.

En la novela de marras, no hay personajes “estereotipados” o “caricaturizados”, ni meras abstracciones de la realidad en que viven. No existe ninguno de ellos en que la dubitación propia del ser humano no esté presente, de aquí que en las citas que hemos tomado para apuntalar nuestra tesis, no haya sido trabajo de ociosidad, sino más bien obra de propósito el hecho de que sea un existencialista a quien citemos, no es pura coincidencia, porque pura existencia es lo que a través de sus personajes hace Máximo Gorki.













“LOS VAGABUNDOS” DE GORKI A LA LUZ DE LOS NUEVOS TIEMPOS


INTRODUCCIÓN

Es esta otra de las obras de Máximo Gorki con un fuerte contenido autobiográfico, lo que nos confirma que cuando lo que se cuenta, o lo que se narra, tiene un fuerte contenido vivencial, la comunicación se hace más nítida, más diáfana y transparente. Nadie puede escribir nada con cierto éxito, si ese autor no tiene nada que contar. La experiencia personal, lo autobiográfico, tienen un marcado impacto positivo en lo que narra la novela.

Es “Los Vagabundos”, una obra dividida en cinco narraciones independientes entre sí: Malva, Konovalov, Chelkache y Mi compañero o un príncipe vabundo; donde cada una tiene un inicio y un final; mas sin embargo, mantienen la unidad como si fueran un único relato, unidas por el cordón umbilical de lo que es su motivo común: El vagabundeo. Hecho este que nos recuerda que nos trae las reminiscencias de un género no cultivado en nuestros días, y el que se utiliza muy de cuando en vez como elemento incidental en obras cortas, pero como género puro ya prácticamente no existe, obviamente que nos estamos refiriendo al género picaresco. Esta, aunque de origen netamente Español, ha sido asimilada a diferentes países con diferente idiomas y aquí vemos una muestra palmaria de la anterior aseveración.

De una atenta lectura a “Los Vagabundos”, sacaremos en claro las similitudes de esta obra con el género que de manera anónima inicia el autor de “El Lazarillo de Tormes” (1554). La principal característica del género es la narración sucesiva, en tiempo lineal de peripecias o aconteceres en la vida del personaje principal, que es un pillo, un pícaro. Siempre es una sátira. Presente en el “Quijote” de Cervantes. Tuvo representantes en otras latitudes, en Alemania, Hans J. Christopher von Grimmelshusen, con “El Aventurero Simplicissimus”; en Francia, con “La Historia de Gil Blas de Santillana”, de Alain René Lesage; en Inglaterra, Daniel Defoe produce Moll Flanders; en América Latina, se escribe “El Periquillo Sarmiento”, de José Joaquín Fernández Lizardi; sin olvidarnos en España de “El Buscón”, debido a la portentosa pluma de Quevedo y Villegas. Otra obra que aunque los tratadistas no la sitúan en el género pero que a nuestro juicio presenta sus características es “Tom Sawyer”, de Mark Twain. Lo mismo que encontramos en “Los Vagabundos” de Máximo Gorki.


PÉRDIDA DE LA LINEALIDAD EN EL TIEMPO DE LA NARRACIÓN

Todas las narraciones contenidas en “Los Vagabundos”, desarrollan el tiempo narrativo en forma lineal, contando acontecimientos sucesivos hasta llegar al desenlace final, menos una la titulada: Konovalov. En este relato Gorki hace uso de un recurso muy poco manejado en la narrativa: La prolepsis, recurso que consiste según lo consigna Shlomith Rimmon, es la narración que “se refiere a un suceso que tiene lugar más allá de los límites temporales de la narración primera, aunque es posterior al punto donde aparece”. Caería en lo que nosotros conocemos como flashback, que traducido directamente de su original inglés, significa: retrospectiva.

La historia en Konovalov, se inicia con una narración en primera persona. “Leyendo distraídamente un periódico, de pronto llamó mi atención un nombre conocido. He aquí lo que leí:
<>. La narración se inicia donde por lógica debía terminar, utilizando el recurso de prolepsis, llamada también, prospección o flashforwar; recurso que algunos estudiosos consideran como “incompatible” con el suspense, aunque nosotros consideramos y de acuerdo a las consideraciones de Rimmon que ella (la prolepsis), puede “traer consigo otro tipo de suspense, convirtiendo la pregunta “¿Qué pasará después?” en “¿Cómo va a pasar?”; es decir, que no se excluye el suspense, lo esperado. Lo que mantiene en vilo, en ascuas, por así decirlo al lector, haciendo que este se meta en el relato, tratando de realizar la detectivesca labor de descubrir o adivinar lo que sucederá una vez desatado el nudo del relato. Este recurso, es utilizado con una maestría extraordinaria por este taumaturgo del auto didactismo, en esta corta narración. Aunque ello no excluye la utilización de otros recursos técnicos. Luego de la prolepsis de tipo tradicional que se manifiesta en los primeros renglones del relato titulado Konovalov, el autor sigue un desarrollo lineal en cuanto al tiempo se refiere, para desembocar una vez desatado el nudo del relato en una especie de “pinza narrativa”, donde el principio y el final del relato se encuentran para rematar la narración y contestando la pregunta de prospección ¿Cómo va a pasar?.

LOS PERSONAJES EN LOS VAGABUNDOS

El realismo de Gorki, entendemos, no le permite la creación de personajes planos, es decir aquellos personajes, extáticos, cuya personalidad no evoluciona, no es “humano” por así decirlo, aparece como un tipo “puro”, cuyas reacciones ante los estímulos de las circunstancias o la vida ya las sabemos de antemano. Siempre en cada personaje de este autor, su personalidad, le hace capaz de las obras más altruistas así como de las más bajas. Que es naturalmente lo que se corresponde con un tipo realmente humano. En tal virtud, sus personajes, como correspondería a un autor de su clase, tienen vitalidad, dinamismo y la capacidad de tener “independencia”; de sorprendernos por la forma imprevisible de reaccionar y de actuar, es decir que se constituyen en lo que la preceptiva contemporánea llama “personajes redondos”, personajes que como acontece en la vida real, son capaces de cambiar su forma de pensar, de concebir las cosas y lo que es más realista todavía de trastrocar sus papeles o sus actuaciones. En conclusión, en los personajes de “Los Vagabundos” de Gorki, convergen todos los elementos desde el doble punto de vista de lo humano y lo social, representativos de la época narrada.

Por otra parte, desde el punto de vista de la caracterización de los personajes, en “Los Vagabundos”, encontramos unos personajes típicamente “picarescos”, resuman de ironía y la crítica velada a la organización social de la época se hace presente. La obra no ha sido clasificada por la crítica como de carácter picaresco; pero las características presentadas la revelan como tal: Personajes cínicos y reñidos con la moral, narrada en forma de una serie incidentes de la vida del pícaro en un desarrollo casi cronológico, crítica a la sociedad de la época, el lenguaje brillante cede el paso a los acontecimientos, relato en primera persona y final poco afortunado; en fin, todas las características que encontramos en la picaresca y que la definen en sus rasgos esenciales, desde y a partir de sus orígenes primigenios a partir del siglo XVI.

lunes, 1 de octubre de 2007

A PROPÓSITO DE LA CAVERNA (Crítica literaria)

A PROPÓSITO DE LA CAVERNA

Por: Miguel Guirado Vásquez

I
LA FORMA

“La Caverna”, novela del premio Nobel de literatura de 1998, José Saramago, es una obra literaria pasmosamente sorprendente. Sorprende su estructura escritural, en primer lugar la no utilización del signo que recomienda la preceptiva castellana cuando de cambios de interlocutores se trata en los diálogos. La otra cosa que sorprende en ese mismo sentido es aquel de una mayúscula después de una coma. Esto como es natural, obliga al lector a desandar los caminos en muchos casos, volver atrás para encontrar por así decirlo el hilván del relato. Así los párrafos se hacen largos, no así la prosa, y es otra cosa que admira, la cual se equipara a la de período breve.

El vocabulario se enriquece. Utiliza palabras poco usuales que se imbrican en el relato: Suasorio, ardiloso, tecnolotaría, mecano, ancilar, enfardelar, albarán, argaya, pacata, lancinante, atrezo, taceles y abondo; para sólo mencionar algunas de aquellas que más llamaron a nuestra atención. Como en las novelas antiguas especialmente las de caballerías el narrador se siente, se palpa, está presente. La novela se escribe como si fuera un cuento.

II
¿ES LA CAVERNA UNA NOVELA DE TESIS?

A pesar de que en la obra se ofrece una “áspera visión”[1] de las sociedades actuales, y de las que llaman de consumo y a pesar de que su título remite al mito de la caverna relatado en el libro VII de la República de Platón; y es en esa obra donde aquel expone su doctrina social y política y sobre todo su teoría del conocimiento (epistemología).[2]

Paradójicamente y aunque su autor fuera militante de una agrupación política marxista leninista, y a pesar esta de tratar un tema social y filosófico, categóricamente podemos afirmar que “La Caverna”, no es una novela de tesis. Su contenido desde el punto de vista ideológico y político dista mucho de plantear la rigidez dogmática que encontramos por ejemplo en “La Madre”, de Máximo Gorky, que aunque plantea además de ideas políticas un profundo drama social, naturalmente orientado hacia lo que el autor considera correcto o justo desde el doble punto de vista valorativo y práctico. No hay atisbos de maniqueísmo, ni de manipulación de “buenos” ni de “malos”, simplemente la escueta narración de unas vidas comunes y corrientes, de una familia de alfareros que pagan el precio de los avances tecnológicos.

Una vena filosófica inunda la novela, el drama de la existencia humana, los temores por la vida misma. La inseguridad que engendra la dependencia de otros y latiendo bajo la epidermis social no sólo el “sentimiento trágico de la vida”, del que nos hablaba Shopennauer, sino que también la ternura, la solidaridad y el amor, se hacen presentes en la obra y se apropian de la narrativa.

Es también “La Caverna”, la expresión más palmaria del amor filial, nos hace recordar a “Marianela”, de don Benito Pérez Galdós; en aquello de resplandecer la bondad en un mundo problematizado por unas injustas relaciones sociales. Sus personajes, en su mudo que se desmorona, se resisten a abandonar su tradicional manera de vivir, hasta que la ola del “progreso”, de la sociedad consumista y despersonalizada se los lleva de paro; pero ni ahí la empatía que generan los lazos consanguíneos y el amor cejan ante la adversidad y la familia se mantiene unidad, es más renuncia a las comodidades que ofrece el mundo en evolución y prefiere permanecer unidad en las adversidades.

Parodia el mito de la caverna de Platón. La sociedad consumista nos enclaustra en la oscuridad de un engañoso progreso. La realidad es que nos disminuye en la escala humana. Nos degrada de persona a individuo. Se apropia de nuestra dignidad y nos reduce a un número, a una cosa, a un objeto. Por así decirlo nos cosifica y nos aliena. Nos hace ajenos a nosotros mismos.

III
ECONOMÍA DE PERSONAJES

Si en muchas novelas la pluralidad de personajes es la nota dominante como es el caso de la “Colmena”,[3] en “La Caverna” ocurre todo lo contrario. Hay una total tacañería de personajes, la pluralidad se reduce casi a una solo familia de cuatro personajes: Cipriano, Marcial, Marta y finalmente Isaura. Los demás, tal como los empleados del centro y los compañeros de trabajo de Marcial, solo son bosquejados. Lo mismo ocurre con los vecinos, se pierden en el relato como sombras pasajeras en la oscuridad de una noche que ofrece fintas a efímeros rayos de claridades.

Con tal economía de personajes el autor produce una obra que puede calificarse de importante, ya que recoge no sólo los pormenores de unas vidas pedestres, sino que además sabe encontrar lo “significante dentro de lo insignificante”. Transforma la cotidianidad estulta de unas vidas anónimas y sin importancia en un drama humano de palpitante interés. Se construye un mundo con muy pocos habitantes. El mérito está en que en la estrecha escasez de personajes entra y cabe todo un mundo de vivencias. Allí está representada toda una sociedad, y el peligro que supone un progreso desordenado y caótico está presente de manera expedita en toda la obra, llena de sugerente situaciones que invitan al lector a pensar y a sumergirse en la misma para bucear en ella hasta encontrar las raíces, las causas mismas de las crisis sociales y personales de nuestros días. El mundo moderno con todas sus consabidos problemas y contradicciones late en sus páginas y nos obliga, a pesar de que se nos antoja por su forma escritural una novela experimental, emparentada guardando las naturales distancias con la obra de Cabrera Infante,[4] especialmente en esa forma casi de pastiche con el símil de la caverna.

El autor de “La Caverna”, aún sin llegar a los extremos de los experimentalistas, de James Joyce[5] y del ya citado Cabrera Infante, nos lleva de la mano por nuevos derroteros en la novelística mundial que habrán de marcar con su influencia obras de autores posteriores.


IV
LO COTIDIANO ELEVADO A LA CATEGORÍA DE OBRA DE ARTE


Unas simples vidas, inspiran un drama singularmente interesante y humano. Algo aparentemente nimio y trivial, toma las características de un drama profundamente existencial. Un alfarero y su corta familia enfrentan las desgracias emanadas de un sistema deshumanizante. Impersonal y despersonalizado, los hombres se convierten en meros engranajes de una maquinaria absurda y a veces inhumana. Nada vale, ni tu trabajo, ni tus sentimientos, sólo el capital importa; pero de un capital despersonalizado, hundido hasta los tuétanos en sistema absolutamente consumista. Los avances económicos de la sociedad, no llevan aparejados avances sociales, y cuando esto ocurre, todo el engranaje social se resquebraja.

Unas vidas honorables, dedicadas al trabajo, pierden su modo de sustento y todo ello supone un cambio en las relaciones de producción. Pero no, no se resignan a aceptar aquella vida que se le ofrece, que oferta el espejismo de un falso o real progreso; pero la fuerza cohesionante de las relaciones filiales es más fuerte que la aparente seguridad que ofrece el sistema; y, deciden abandonarse a su suerte y a su propia forma de existir, lo que evidentemente puede ser una muestra de gran arrojo y apego a valores ancestrales, pero que en la realidad equivale a un suicidio, de todas maneras la vida los llevará a alguna parte.

“La Caverna”, entra por el pórtico por donde pasas las obras literarias para salir de allí convertidas en obras de arte. Los cadáveres encontrados en la caverna debajo del piso del centro, son ellos mismos. El capitalismo, saca de ello sus ventajas: Luego aparece el aviso donde cobran por exhibirlos, lo que supone ganancia. Solo el lucro importa, todo lo demás desaparece como por arte de magia, ante el poder alucinante del dinero, en medio de una sociedad que despersonaliza al hombre y se convierte en antro del menos humano y del más desalmado. Es una obra de crítica mordaz, satírica si se quiere, de las actuales relaciones sociales, en las que ni siquiera hay un asomo, un atisbo de maniqueísmo, que es una de las características que adornan este género de novelas.

Los protagonistas enfrentan su destino, sin resquemores, sin falsos pruritos y lo que es más sin hilvanar siquiera una queja. Su silencio es una crítica muda. Aquí encontramos la grandeza de “La Caverna”. Es un silencio que habla, que nos dice mucho. Es paradójicamente una inacción edificante. Es por así decirlo un abandono. Una declaración de impotencia, ante un destino aciago que nos engulle y destruye, con caracteres de irreversible e incontrastable realidad.





[1] Enciclopedia Encarta. 2007.
[2] Parte de la filosofía que estudia la validez y posibilidad del conocimiento humano.
[3] La novela de Camilo José Cela.
[4] Guillermo Cabrera Infante, autor cubano. Creador de la novela experimental “Tres tristes tigres”. Formó parte el boom de la novela latinoamericana. Donde utiliza un lenguaje caracterizado por estar matizado de palíndromos, anagramas, ecolalias y otros recurso inverosímiles. (1929-2005)
[5] James Joyce, novelista y poeta irlandés, casi siempre escribió en su lengua nativa el gaélico. Es el autor de la famosa obra Ulises, que al igual que “La Caverna”, tiene sus ancestros en la antigüedad griega. Es también esta una novela experimental.